jueves, 20 de octubre de 2011

Camino al final del tunel (Producto de un sueño)

Aquella noche efímera, desquiciada y frenética, creí oírte a lo lejos, allí, detrás de las laderas y por encima de fronteras angustiantes. Camine sobre un puente viejo y oxidado, invencible e interminable, iba persuadido entre la neblina y el miedo a perderme entre sombras.


Sin refugio alguno ni energías calidas que me contengan, mi sangre se iba coagulando en el pensar perdido, era el inconsciente aquel quien gobernaba en mi cuerpo y el ego naufragaba sin sentido en el mar del sonido.


Seguí caminando observando mi alrededor, arbustos petrificados, rocas grises y frías, un camino difícil y duro, aun así, seguía marchando temeroso y aturdido por las ideas que recurrían a un auxilio interminable.


¿Dónde estaba? ¿Quién era yo en aquel lugar? Nada era parcial, la simple abstracción del momento lo era todo, no podía encontrar el justificativo a lo inerte y lo desconocido, sin embargo, no paraba, no había tiempo que perder, no me iba a detener hasta encontrar algo de luz, un poco de seguridad.


De repente oí un sonido en destiempo y extraviado en su eco, me llene de esperanzas innatas, creí estar acercándome a otro lugar alejado de aquel vacío, de aquella planicie infinita que amortizaba sobre mis expectativas. Traté de sintonizar en el aire la dirección, sentí percatarlo y cambie el sentido, el norte tenia aroma de temples y pensé –Allí esta mi salida. Sin mirar atrás, desprecie las posibilidades y arranque hacia aquel destino, ambivalente y destrozando flores al caminar.


El camino iba transmutándose, como el transcurrir del otoño a la primavera en segundos, todo se iba conformando bello al pasar, los acromáticos renacían en colores, lo obtuso e infértil comenzaba a recobrar vida. Un césped verde, una luna tímida asomándose sobre cielos apocalípticos, el horizonte limpio y mi cabeza fijada en una idea, llegar a ese lugar.


Seguía transcurriendo por aquella senda, caminando sin titubeos ni desprestigios, cargando millones de kilos sobre mi espalda, aun así, seguía, ciego, cansado, con mi piel deshidratada y mis parpados amenazados por el sueño. Más me acercaba y escuchaba con más claridad aquel sonido acorralado de ilusiones, ya quedaba poco y no me daba cuenta del paisaje detrás de mí, no me daba cuenta del momento ni del estrecho lapso entre miles de pasos en fuga y mi prudencia.


En aquel instante me di cuenta que ya estaba al provecho de mi vista aquel lugar, lleno de luces, vida y aromas gratificantes. Camine acelerando el paso, emocionado, recordando algo que se me hacia extraño, con ánimos renovados y esperanzas casi concretadas, -al fin llegué pensé en ese segundo oxidado por la atmosfera, di mis últimos respiros y me pare sobre el principio de una cerca decorada por rosas blancas y arbustos verdes, me quede congelado antes de empezar ese camino nuevo y hermoso, me quede re-pensando, recobrando mi identidad, mi memoria, mi alma.


De repente, un relámpago maquinal cruzó sobre mi mente, dejando atrás todo aquel quien había sido, todo aquello por lo cual pensaba ser, todo eso que sorteaba una realidad que ya no era en si misma, cerré mis ojos lentamente hasta quedar totalmente ciego, inspire lentamente y exhale de la misma forma abriendo mis ojos suavemente. Mire a mi alrededor, me sentí como despertando de un sueño maldito, de una aventura amorfa y onírica, tomé consciencia y esmero sobre mi cuerpo, y allí estaba, a sesenta pasos de mi muerte.


Diego Amed

lunes, 10 de enero de 2011

Extremos

Te deslumbrarè, te inquietarè, te maniobrarè y te frustrarè,
te haré feliz, te haré reír, te haré dudar y te haré llorar.
Te cuidarè, te ayudarè, te acompañarè y te dejarè,
te harè amar, te harè sentir, te haré correr y te haré odiar.

Y aunque haré, y en un que hacer, ya no seré feliz, si tu no estas,
y vagarè, como un aprendiz, en tu rincón, me olvidarè.
Y aunque veré, y en el placer, me detendré a vomitar,
Y sè que en aquel, retoño fiel de tu mar, me ahogarè.

Te haré temer, te haré soñar, te haré gemir y te haré volcar,
te haré volar, te haré caer, te haré vivir, te haré morir.
Me haràs feliz, me haràs soñar, me haràs reir, me haràs doler,
y me acostumbrarè, a no repetir, a descalzar, y a no aclarar.

miércoles, 29 de diciembre de 2010

Deshielo (D.Amed)

Preciada constelación de mi cielo escondido,
que noche incausta se anega en mis sentidos,
descifrando ese código imposible para la

felicidad.

Siento que un iceberg recubre mi corazón y
tu sol no es más que otro efecto placebo en mí,
y escapo de ti y desaparece mi ceguez.

Enorme distancia en mi mente que trae los días nuevos,
vacilan las pendientes monarcas de mi pecho
y me pierdo y no entiendo este mundo ajeno.

Deshielos en mi mente hacen renacer mi espíritu
dejando ir a tus impulsos ocasos donde mi cuerpo
era vulnerable a tus rincones.

Me distingo en la multitud y soy yo,
quien observa mis pasos y descubro la sombra
propia dejándola detrás de mi alma.

Secretos incultos ya no existen en
los miedos nacientes de tus deseos, y
pensar que sin ti me desvanecía y hoy,
mi grandeza surge como el ave fénix derrotada
.

Desamor (D.Amed)

Regocijo ancestral, murmullo afónico de mi temples superficial,
rostros sin muecas destino sin final.

Desorbitado estoy en canales de sosiego seco, ya no me importa
la compañía de los dioses aturdidos por mí razonar, y
contempla mi alma un cielo sin luz y un campo sin vida.

Ya no existe la carta magna en mi integridad, solo el templo
perdido al despertar y los cauces inoportunos del día.

Desorientado entre cuatro vientos sin mapa ni brújula, voy
ignorante de mi punto cardinal y encuentro calor húmedo
en mi cama vaga y sucia escapando de cualquier oportunidad.

Ni esfuerzo ni sobresaltos, topo con pechos vacíos y carne
sin sello de calidad, se abruman mis ojos a lo incierto y no hago nada más que caminar.

Tengo un corazón de estaño buscando el fuego para
desorientar al ángel del aislamiento, y llego a pensar que forma parte
de su reino obtuso y frío, narcisista y vocacional.

Miro al cielo esperando una respuesta y solo encuentro mil libros
con páginas en blanco y un camino al terminar. Que es esto? En que terminara?

Tiempo sin punto, párrafos sin terminar, impasibles de montañas una brisa en el mar.

Karma (poesia miscelanea) D.Amed

Llantos disonantes ocultan mi voz en la llanura del descanso,
enmudecen los torrentes morbosos del corazón y la fe se deposita
detrás de una idea plana en mi mente.

Destiempos interceptan a nuestros destinos y un frío armónico
de la mañana atrofia la hermosa sensación de nuestros cuerpos
y la sinapsis provoca un paro diciendo hasta siempre.

Desolada puerta al cruzar, cerraste su cerrojo y arrojaste
las llaves hacia un abismo con destino incierto, borrando tus pasos
al alejarte sin posibilidad de seguirte.

Sentado en las penumbras de un rincón, borre las esperanzas
desorbitadas de tenerte de nuevo y me encamino al mismo
lugar de siempre, con la cabeza gacha pidiéndole permiso otra vez a la soledad.

Cuanto más he de pagar el precio esta especie de karma intermitente,
cuantas flores mas abre de deshojar hasta encontrar el alma para mi cuerpo,
hoy sigo, enfrentado a la pared cansado de observar.

Respóndeme tiempo al augurio tormentoso de mi vida,
capacítame en cada melodía olvidada para descreer la negligencia de mis ojos,

hoy marcho y ya no corro, hoy digo adiós y hasta luego.

Inconsciente (Noches de Rabia) D.Amed

Volcanes rojos que encienden tus ojos mortíferos cesantes de andar sin pasos, vasos vacíos, confines de murga, se delata mi corazón a tu costumbre y mis alas de cartón reciclado se mojan y no puedo volar. Volar sin alas, sin aire, sin motivo.

Sur de plástico, horizonte sin luz, malabaristas de fuego juegan con mi sangre en su ritual de soledad. Soledad sin nombre, ni olfato ni brazos.

Macabra bocanada de alfileres oxidados, se degradan en mi estomago de carne cansada, dignidad que muere en las hojas secas y vuelvo al piso y mas abajo, mas abajo de lo que soy de lo que amo, me hundo me asfixio y asomo mi nariz a la atmosfera para seguir viviendo.

Resumen de honores, catalepsia de cuerpos cremados en miel y canela, destino sin destino, color de acromáticos, incesante este estimulo de volar sobre tu corona de piel de roedor putrefacto, carcomido por la angustia, angustioso de carcomerme en mis claves de sol, extrañar ese aroma de margaritas secas y ver la aridez de mi tierra sin riego ni azucar.

domingo, 12 de diciembre de 2010

Lapsus (D.Amed)

Momento de Sinceridad
Afrontando los dilemas que surgen como un brote anestesiado en la tierra virgen, empecé a considerarte.
Amortizando las condolencias de un día lastimado, me sentí herido, y a la vez fortalecido por aquellas brisas empalagadas por el rigor.
La multitud se presenta al silencio estremecedor y las consecuencias de mil páginas escritas, sangran a la par de mil rosas secas.
Escuche de las voces desgastadas, la razón del motivo a mis desequilibrios y esa canción que aun perdura en mis oídos sin aperturas.
En tan solo diez palabras, una queja, tres artilugios y seis ascensos astrales e ideales, me di cuenta que mi banca rota no era más que mi mas preciado tesoro, y mi agotamiento la constante latencia de mi libido marchita.
El pensarte provocó calumnias inherentes en este corazón, el idealizarte solo la frustración, y es que voy siguiendo las rocas de un camino olvidado, voy silenciando el orgullo en los rincones inesperados y es tan agobiante, que mis pensamientos se suicidan al saberlo.
¿La vida va cambiando? O ¿Somos nosotros los que damos a conocer este supra-interés al tiempo? ¿Cambiamos nosotros o la subjetividad es tan torpe, que el solo preguntarse provoca sensaciones nulas?
Tengo que ser sincero al declarar este goce a la crítica, esta majestuosa habilidad para dar vueltas sobre una sombra amorfa, ¿y por qué reprimirlo? Si existen personas de trajes oxidados y mentes estructuradas que se postulan al premio del vacío, tratando de coordinar las etapas de un tiempo inexistente, de una causa desleal.
Quizás me justifique sin un papel en mi pared, sin un titulo cabalgado y ruborizado con barniz y almíbar francés, pero sigo sin nadar entre los continentes de la sabiduría remarcada, sigo en la brisa y no en los emblemas.
Cauto y marginado, feliz y abstracto, voy a seguir creyendo en las utopías de las teorías abandonadas, voy a descansar en las prácticas de lo manifiesto, voy a seguir obnubilado y con este parabrisas sucio, el instinto y la intuición siempre fueron mi mejor regalo.
Lamento por aquellos que no llegan a una conclusión con esto, lo siento, yo tampoco.